La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), el Comando de Ingenieros del Ejército Nacional y líderes de comunidades wayús desplegaron ‘La feria del agua’, con la que se les hará mantenimiento a pozos, jagüeyes y molinos, mecanismo para recolectar el líquido vital en La Guajira.
Javier Rojas Uriana, representante de la población indígena, advierte que en ‘el círculo de la muerte’ (una zona de Manaure) “hasta hace 100 días dos o tres niños morían a la semana por sed”. Agrega que los menores también presentan altos signos de desnutrición, “porque en terrenos áridos y lejanos hay pocos insumos con los que hacer agricultura y ganadería para acceder a alimentos”.
Según el plan de las autoridades, ya se invirtieron 11.000 millones de pesos para que el Servicio Geológico Nacional inicie las investigaciones de los más de 3.000 pozos que están inactivos en el departamento, con el objetivo de encontrar la mejor forma para filtrar el agua del subsuelo, desalinizarla y adaptarla para el consumo.
Debido a que las fuentes hídricas con las que cuenta la alta Guajira son perforaciones de las que se sustraen aguas subterráneas, que en varias ocasiones no cuentan con la calidad para que sean aprovechadas por seres humanos.
Lo mismo con jagüeyes, que almacenan agua de lluvia para el cultivo (y cuando es la última opción, para beber y cocinar). Así como acontece con los molinos instalados en los años 50, encargados de bombear agua de los acuíferos para sacarla a la superficie.
Sin embargo, el tiempo de acondicionamiento de dichos cuerpos de líquido vital pueden ser largos. Mientras que esto sucede, las rancherías de los wayú serán atendidas a través de carrotanques que se envían diariamente desde la gobernación “hasta el momento en que el Instituto de Aguas pueda garantizar la existencia constante del recurso”, aclara Olmedo López, director de la UNGRD.
Lo anterior, con la contribución del Comando de Ingenieros del Ejército Nacional –compuesto por 1.000 efectivos y un canino– quienes se encargarán de ejecutar los mantenimientos necesarios a la región de dichos mecanismos, ya que cuentan con maquinaría para atender la sequía y el hambre.
«El ejército ha venido construyendo una infraestructura para la respuesta de desasatres y los del ejército trabajan 24/7, lo que es llamativo para tener respuestas inmediatas, junto con la disponibilidad de covertura que hay», explica el Brigadier General Ricardo Hernández.
Así es como el trabajo de diferentes entidades, llevaría a la solución permanente de sed que hay en el departamento y que llevarían a la recuperación de las mayores fuentes de agua para abastecer a las comunidades indígenas y permitir el desarrollo de actividades económicas.
Tal es el caso de un jagüey (conocido como Ranchería) que tiene 170 millones de metros cúbicos de agua almacenados. Este, inicialmente iba a ser usado para el riego y la minería, sin embargo, por mandato pasará a ser priorizada su adecuación para que se destine al consumo humano.
El alimento, otro factor crítico en La Guajira
La falta de agua imposibilita que el cultivo y la siembra den buenos resultados, por lo que “se inaugurarán restaurantes comunitarios en 125 rancherías, equipados con mercados díarios, ollas y utensilios de cocina para que las manipuladoras (quienes se encargarán de la preparación de alimentos) den a la infancia wayú mínimo dos comidas al día”, explica López al hablar del programa es un pilotaje que se va a llevar a cabo durante tres meses con una inversión de $117 mil millones de pesos.
De esta manera se beneficiará a 100.000 personas de Uribia, Maicao, Riohacha y Manaure. Esto, aunque la cantidad de registros poblacionaes no coincide con la realidad, por lo que se triplica la cantidad de recurso humanitario, dicen las autoridades.
«Colombia no tiene un censo real de los wayú. Este dice que hay 1.034.000 habitantes, pero cuando llegamos a las comunidades y rancherías, nos damos cuenta que más de la mitad de la población no está identificada», agrega el director de la UNGRD.
En cuanto a la crisis humanitaria que vive La Guajira, el gobierno ha mostrado un alto compromiso con las comunidades para que sus necesidades sean cubiertas, no solo durante el fenómeno del niño que hace la situación mucho más compleja –por largas temporadas de sequía– sino también de forma permanente.
Por ello, para certificar el cumplimiento de las metas, la unidad de riesgo instalará en el departamento su primera oficina con la promesa de ofrecer un acompañamiento pensado desde la cultura y el bienestar, porque todo tipo de procesos se piensan concretar con los líderes comunitarios para que ninguna medida vaya en contra de las tradiciones wayú.